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PALABRA DE VIDA NOVIEMBRE DE 2024. «Esta viuda, en cambio, ha echado todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir» (Mc 12, 44).

Estamos en la conclusión del capítulo 12 del Evangelio de Marcos. Jesús está en el templo de Jerusalén; observa y enseña. A través de su mir...

MARGARET KARRAM

 

COMUNICADO DE PRENSA - 1 de febrero de 2021

Margaret Karram , de Tierra Santa, fue elegida ayer Presidenta de los Focolares con más de dos tercios de las preferencias de los votantes entre los participantes en la Asamblea General del Movimiento, integrada por 359 representantes de todo el mundo. Sucede a la fundadora Chiara Lubich y Maria Voce, quienes permanecieron en el cargo durante 12 años (dos mandatos).

Margaret Karram tiene 58 años y es árabe, cristiana católica. Nació en Haifa y se graduó en judaísmo en la Universidad Hebrea de Los Ángeles (EE. UU.). Ha ocupado diversos puestos de responsabilidad para los Focolares en Los Ángeles y Jerusalén. También ha colaborado en diversas comisiones y organizaciones para la promoción del diálogo entre las tres religiones monoteístas, como la Comisión Episcopal para el diálogo interreligioso, en la Asamblea de Católicos Ordinarios de Tierra Santa y la organización ICCI (Consejo Coordinador Interreligioso en Israel). . Trabajó durante 14 años en el Consulado General de Italia en Jerusalén. Desde 2014 está en el Centro Internacional de los Focolares como Consejera para Italia y Albania y corresponsable del Diálogo entre Movimientos eclesiales y nuevas comunidades católicas. Habla árabe, hebreo, italiano, inglés. En 2013 fue galardonada con el "Premio Mount Zion" a la reconciliación, otorgado junto con la erudita e investigadora judía Yisca Harani, por su compromiso con el desarrollo del diálogo entre diferentes culturas y religiones. En 2016 recibió el Premio Internacional S. Rita por fomentar el diálogo entre cristianos, judíos, musulmanes, israelíes y palestinos, a partir de la vida cotidiana.

Las elecciones se celebraron ayer, 31 de enero de 2021, pero su nombramiento se hizo efectivo recién hoy, tras la confirmación por parte del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, tal y como exigen los Estatutos Generales de los Focolares. Por último, el documento espera que la nueva Presidenta pueda cumplir su tarea "con fidelidad, espíritu de servicio y sentido eclesial, por el bien de los miembros de la Obra y de la Iglesia universal". Las tareas del presidente de los Focolares De acuerdo con los Estatutos Generales del Movimiento, el presidente es elegido entre las focolarinas (consagradas, con votos perpetuos) y será siempre una mujer. Ella - dice - es un "signo de la unidad del Movimiento"; esto significa que representa la gran religión, cultura, sociales y geográficos de quienes se adhieren a la espiritualidad de los Focolares en los 182 países donde el Movimiento está presente y se reconocen en el mensaje de fraternidad que la fundadora Chiara Lubich extrajo del Evangelio "Padre, todos sean uno". (Jn 17, 20-26) Son muchos los compromisos y desafíos que esperan a Margaret Karram en los próximos años: tareas de gobernanza y dirección de un Movimiento con una dimensión global como los Focolares, profundamente inmerso en las realidades y desafíos locales y globales de humanidad, comenzando con este tiempo pandémico. Los Estatutos también señalan el "estilo" que debe distinguir el trabajo de la Presidenta: "La suya será ante todo una presidencia de la caridad -se dice- porque debe ser la primera en amar y eso es servir a los hermanos, recordando las palabras de Jesús "(…) el que quiera ser el primero entre vosotros será servidor de todos" (Mc 10,44). El compromiso primordial de la Presidenta, por tanto, es ser constructor de puentes y portavoz del mensaje central de la espiritualidad de los Focolares, dispuesto a practicarlo y difundirlo, como leemos a continuación, incluso a costa de su propia vida. Stefania Tanesini

En junio de 1967, los israelitas ocuparon los territorios palestinos. Desde ese día ha sido una contínua cadena de choques violentos y de muerte. Muchos, a pesar de todo, siguen construyendo un futuro de paz. Entre ellos Margaret Karram, quien fue miembro de la Comisión episcopal para el diálogo interreligioso en la Asamblea de Obispos Católicos de Tierra Santa y colaboradora con la dirección del Interreligious Coordinating Council en Israel (ICCI). Desde el 2014 trabaja en el Centro internacional del Movimiento de los Focolares (Italia).

Margaret K.: «Nací en Haifa, una ciudad de Galilea, mi tierra desde siempre ha sido una tierra de conflictos, de guerras, bajo la dominación de pueblos diferentes. Nuestra casa se encontraba en el Monte Carmelo, en el barrio judío. Éramos la única familia árabe cristiana, de origen palestino. Recuerdo que siendo pequeña, tenía seis años, unos niños empezaron a ofenderme pesadamente diciéndome que era árabe y no podía estar en ese barrio. Corrí llorando donde mi mamá, preguntándole el porqué de esa situación. Como única respuesta, mi madre me pidió que invitara a esos niños a casa. Había preparado pan árabe y se los dio pidiéndoles que lo llevaran a sus familias. De ese pequeño gesto nacieron los primeros contactos con los vecinos judíos que quisieron conocer a la mujer que había tenido ese gesto. Este hecho me enseñó que un pequeño acto de amor hacia el prójimo hace superar montañas de odio».

La historia de Margaret prosigue con el relato de recuerdos y acontecimientos que dan testimonio de cuántas dificultades ha tenido que afrontar. Árabe, cristiana-católica, Margaret es ciudadana israelí. Muchos de sus familiares, como tantos cristianos, tuvieron que escapar al Líbano durante los años de la guerra. Por lo que no pudo conocer a gran parte de su familia, porque su papá quiso quedarse con los abuelos. En ella fue creciendo el deseo de construir puentes de fraternidad.

«Desde pequeña soñaba la paz. A menudo iba a los barrios árabes de Jerusalén, a Belén o a otros territorios palestinos. Si hablaba árabe –que es mi primera lengua– las personas reconocían en mi acento que provenía de Galilea que se encuentra en territorio israelí. Viceversa, si hablaba en hebreo, me hacían notar que mi acento era distinto al de ellos. Esto me creó un sentido de pérdida de mi identidad: no era ni palestina ni israelí… Cuando tenía 15 años encontré el Movimiento de los Focolares y la espiritualidad de Chiara Lubich que me dio alas para volar. Sentí que no tenía que cambiar a las personas, sino cambiar yo, mi corazón. Volví a creer que el otro es un don para mí y que puedo ser un don para el otro.

Viviendo en Jerusalén a menudo tenía la tentación de desanimarme, especialmente durante la Intifada. Vivimos momentos muy duros en la ciudad: a menudo había atentados en lugares públicos, también en los autobuses que yo usaba todos los días para ir al trabajo. Tenía miedo. Fui adelante gracias al sostén de la comunidad con la que compartía la espiritualidad del Focolar. Finalmente encontré mi verdadera identidad: la de ser cristiana, católica, testigo de la esperanza. Fue una etapa importante en mi vida, que me liberó del temor y de la incertidumbre. Podía amar a todos, árabes e israelitas, respetando su historia y hacer todo lo posible para crear espacios de diálogo, para construir puentes, confianza, asistiendo a pequeños milagros, viendo a judíos y musulmanes cambiar de actitud y tratar de trabajar juntos por la paz».

Existen muchas iniciativas. Muchas organizaciones trabajan por la paz a través del arte, de la educación, de la acción social. Muchas personas como Margaret tratan de encender pequeñas luces, que pueden iluminar la oscuridad y hacer entrever espirales del cielo.

En junio del 2014 fue invitada a formar parte de la delegación cristiana en la oración de “invocación de la paz”, junto al Papa Francisco, al Patriarca Bartolomé I, Shimón Péres, entonces Presidente Israelí y a Abu Mazen, Presidente palestino.

«Poco después de este encuentro estalló la guerra en la Franja de Gaza. Parecía que había sido vano el intento del Papa de reunir a los dos Jefes de Estado para trabajar por la paz entre los dos pueblos. Pero fue un momento histórico, una etapa importante. Percibí la potencia de la oración y entendí que el corazón de los hombres sólo Dios lo puede cambiar. Tenemos que seguir invocando la paz a Dios. Como los árboles de oliva que sembramos ese día, espero que la paz eche raíces y se puedan ver los frutos».