Heridas corporales y espirituales; manifiestas y, a veces, escondidas. Si mantenemos despierto el "buen samaritano" que llevamos dentro, la ternura, la sensibilidad, curar y compartir, será nuestra grandeza: ser manos y corazón de Dios. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
“Tocar” las heridas de las personas debe ser un gesto delicado, y que puede ser necesario para la cura.Cuando nos acercamos al dolor de alguien con compasión y respeto, permitimos que esa persona se sienta acogida y comprendida.
A menudo, solo al reconocer la existencia de estas heridas puede comenzar el verdadero proceso de transformación y sanación.
Pero hay que encontrar un equilibrio: tocar las heridas sin herir más, sin invadir, sin juzgar. En algunas situaciones, las personas necesitan espacio para lidiar con su propio dolor en su debido tiempo.
Las palabras no siempre son necesarias. Estar presente, acompañar en silencio, puede ser reconfortante.
Apoyar a alguien significa estar presente más que buscar y ofrecer respuestas.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento