Si "el corazón humano está hecho para la alegría", nosotros no deberíamos privarle de ese "agua viva". Una fuente segura es la unidad y el amor entre nosotros: querernos de verdad, llevarnos bien, perdonamos, no juzgarnos. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Es una alegría que está presente dentro del corazón de quien conoce a Dios y da testimonio de que Él es amor.
Es una alegría vivida en la reciprocidad del amor que nos acompaña en todo momento, incluso en la adversidad, incluso en el dolor.
Esta alegría nos la dio Jesús. Prometió antes de su muerte y lo cumplió después de su resurrección: "Pero yo los volveré a ver, y sus corazones se alegrarán, y nadie podrá quitarles su alegría". (Jn. 16,22-23)
Quien cree en el Resucitado es portador de su alegría.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento