Las heridas que veo, y las que me toca adivinar. No soy "el Médico", pero sí el potencial enfermero que "pone amor donde no hay amor". Y siempre empezando por mi corazón, que aprendió a no esconder sus propias heridas al Dios Sanador. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
La cura, en este sentido, requiere más que palabras o acciones, requiere presencia. Estar verdaderamente con el otro, escuchando sin juzgar y ofreciendo un espacio de seguridad emocional, puede ser lo que el otro espera en ese momento.
Es importante reconocer que no somos salvadores. A veces la herida que encontramos en alguien no es algo que podamos curar directamente, pero podemos ser facilitadores del proceso de cura ofreciendo apoyo, orientación o simplemente una mano amiga.
Y al cuidar las heridas de los demás, encontramos un punto de reflexión sobre nuestras propias cicatrices.
Ayudar a alguien puede ser un recordatorio de que todos estamos en un camino continuo de sanación y crecimiento humano y espiritual. Y es mucho mejor para nosotros recorrer este camino juntos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nacimiento