Por muchas cosas que tengamos que hacer, nada será tan necesario y práctico como admitir a Dios todos los días de compañero de viaje y confidente intimo. Es nuestra vida interior. Esa convivencia con Él será nuestra felicidad eterna. (Padre Manolo Moraleso.s.a.)
Lo ideal es que durante todo el día podamos mantener la relación con Dios en todas nuestras actividades: en casa, en la calle y en el trabajo; en la relación con las personas, reconocer la presencia de Dios en cada una de ellas, de tal manera que el coloquio con Él sea constante.
Sin embargo, es muy importante cuidar de los momentos que se dedican exclusivamente a Dios. Es decir, los momentos de oración, de adoración, de lectura de la Palabra, de participación en la misa o cualquier otro culto.
Una cosa alimenta a la otra. Cuando nos dedicamos como se debe a estos momentos exclusivos, en los demás momentos del día logramos mantener el clima sobrenatural de relación y unión con Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento