"Que el corazón no se me quede desentendidamente frío". No tener con Dios una relación filial agradecida, como si la vida dependiera solo de mí, oscurece y esteriliza el corazón. En cambio, la gratitud abre los ojos para "verle" en todo. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
El mayor agradecimiento que puedo dar a Dios es decirle que Él es mi todo, que no tengo ningún otro bien fuera de Él, como nos dice la Palabra de Vida de este mes: “Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay
fuera de ti” (Sal. 16[15],2)
Es un agradecimiento que también es una oración. Quiero repetirla mil veces, hasta que Dios sea realmente todo para mi.
No repetir mecánicamente, sino con palabras que salen del corazón y se hacen vida.
Que cada palabra de este salmo se convierta en el altavoz de mi agradecimiento a Dios
Abraços,
Apolonio Carvalho Nascimento