Hay que descender primero con valentía y nobleza al fondo de la conciencia para recoger de las manos de Dios esas semillas de felicidad. Él, que es el Amor, nos hace felices amando: sembramos amor y cosechamos amor. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
La felicidad que podemos sembrar es aquella que no depende de cosas materiales. Es fruto de una fe testimoniada, de una esperanza inquebrantable y de un amor practicado en todo momento.
La verdadera felicidad está en el momento presente, pero se proyecta en la eternidad, porque está enraizada en Dios.
Cuando escuchamos un auténtico testimonio de vida, nuestro corazón es invadido por una alegría intensa y diferente, que nos conduce directamente a Dios.
Cuando somos amados incondicionalmente por Dios, a través de alguien que se convierte en nuestro prójimo, sentimos la misma alegría.
Estos son ejemplos de cómo podemos sembrar felicidad a nuestro alrededor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento