Si somos gente que camina hacia el cielo, lo mejor es amar ya aquí como se ama allí. La Verdad, allí, nos habrá juzgado a todos, y todo será claro y transparente. Si lo queremos, Dios nos infunde ya ese amor. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
El amor no es selectivo. Es decir, no hace distinción entre personas.
Para que sea así, sin acepción de personas, podemos dirigir nuestro amor a Jesús que está presente en cada prójimo.
El problema es cuando pensamos que cierta persona no es digna de recibir nuestro amor.
Jesús mismo nos da la respuesta: “Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores” (Mt. 5,44)
Siempre podemos hacer el bien sin analizar si la persona merece o no ser amada. Al final de cuentas, parafraseando a Teresa de Calcuta, todo queda entre nosotros y Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento