«Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra» (Col 3, 2).
Acababan de nacer las primeras comunidades cristianas y ya surgían diferencias debido a falsas interpretaciones del mensaje evangélico. Pablo, que se encontraba en prisión, se entera de estos problemas en Colosas y escribe a aquella comunidad.
Podemos entender mejor la Palabra de vida de este mes si la leemos dentro del pasaje en el que se encuentra: «Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios» (Col 3, 1-3).
Para superar estas discrepancias, Pablo invita a dirigir nuestro pensamiento y todo nuestro ser a Cristo, que ha resucitado, ya que en el bautismo también nosotros hemos muerto y resucitado con Cristo. Podemos vivir esta vida nueva «en el ya aunque no todavía».
«Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra».
Obviamente, esta posibilidad no la alcanzamos de una vez para siempre, sino que hay que perseguirla recorriendo un camino de compromiso que dura toda la existencia. Significa apuntar a lo alto en nuestra vida, pues Cristo trajo a la tierra la vida del cielo, y su Pascua es el inicio de la nueva creación, de una humanidad nueva. Esta sería la consecuencia lógica de quienes eligen vivir el Evangelio: una opción que cambia por completo nuestra mentalidad que trastoca el orden y los objetivos que el mundo nos propone, nos libera de los condicionamientos y nos lleva a experimentar una transformación radical. En realidad Pablo no subestima las «cosas de la tierra», pues todo ha sido renovado desde que el cielo tocó la tierra con la Encarnación del Hijo de Dios[1].
«Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra».
¿Cuáles son las «cosas de arriba»? Escribe Chiara Lubich: «Esos valores que Jesús trajo a la tierra y por los cuales se distinguen sus seguidores. Son el amor, la concordia, la paz, el perdón, la corrección, la pureza, la honestidad, la justicia, etc. Son todas esas virtudes y riquezas que ofrece el Evangelio. Con ellas y por ellas los cristianos se mantienen en su realidad de resucitados con Cristo. [...]» Y ¿cómo mantener el corazón anclado al cielo viviendo en medio del mundo? Dejándonos guiar por los pensamientos y sentimientos de Jesús, cuya mirada interior estaba siempre dirigida al Padre y cuya vida reflejaba en todo instante la ley del Cielo, que es ley de amor»[2].
«Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra».
La presencia de los cristianos en el mundo se abre con valentía a la vida nueva de la Pascua. Son mujeres y hombres nuevos que no son del mundo (cf. Jn 15, 18-21) pero que viven en el mundo con todas las dificultades del presente. Así se decía de los primeros cristianos: «Pasan. la vida en la tierra pero tienen su ciudadanía en el cielo. [...] Lo que es el alma en el cuerpo son los cristianos en el mundo»[3].
La opción valiente y plenamente evangélica de un obrero que decide ayudar a su compañero despedido provoca una cadena de gestos de fraternidad movidos por su testimonio.
«En la fábrica llegaron cartas de despido, una de ellas dirigida a Jorge. Conociendo su precaria condición económica, le propongo volver con él al departamento de personal: "Yo estoy mejor que él -declaro-, mi mujer tiene trabajo. Despídanme a mí': El jefe promete revisar el caso. Cuando salimos, Jorge, conmovido, me da un abrazo. El caso va pasando de boca en boca y otros dos obreros que están más o menos en las mismas condiciones que yo se ofrecen en lugar de otros dos despedidos. La dirección se ve obligada a replantearse los métodos de despido. Al enterarse del hecho, el párroco lo cuenta durante la homilía del domingo, sin dar nombres. Al día siguiente me comunica que dos chicas estudiantes han ido a llevarle todos sus ahorros para los obreros en dificultad, declarando: "También nosotras queremos imitar el gesto de ese obrero"» (B. S. - Brasil)[4].
Patrizia Mazzola y el equipo de la Palabra de vida
[1] Cf. 2 Co 5, 17: "Por tanto, el que está en Cristo es una nueva creatura; pasó lo viejo, todo es nuevo».
[2] C. LUBICH, Palabra de vida, abril 2001: Ciudad Nueva 375 (4/2001), p. 24.
[3] A Diogneto, V, 9; VI.1: Padres apostólicos, "Biblioteca de Patrística» n. 50, Ciudad Nueva, Madrid 20202, p. 561.
[4] Testimonio tomado de: www.focolare.org.