Es decir, el amor de Dios; no solo creerlo, sino sentirlo, experimentarlo; que "resucita el corazón", lo saca de sus "sepulcros": la tristeza, la desesperanza... ¿Nos ayudaremos mutuamente a ello? Basta amarnos "como Él nos ha amado". (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Significa que antes de cualquier actividad, antes de tomar cualquier decisión, debe haber amor entre nosotros, caso contrario estaremos fuera de esta regla.
Esto también se aplica para todos: en la familia, entre amigos o incluso en el entorno laboral. Si ponemos el amor en primer lugar, todo se resuelve de la mejor manera.
Éste es un principio evangélico, pero también se encuentra en otras religiones.
El amor está en nuestro ADN y ponerlo en práctica nos hace vivir nuestro designio original como seres humanos; es decir, nuestra semejanza con nuestro Creador y con Jesús resucitado.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento