Para poder así "estar en familia": con Dios y con los demás. La soberbia, en cambio, nos aleja del amor común, nos aísla y convierte en diosecillos antipáticos y sabiondos, enredadores y pendencieros... ¡Dios nos libre! (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Podemos hacer una lista y comenzar a través del amor, a desarrollar en nosotros lo opuesto a cada una de ellas.
Por ejemplo: el orgullo se combate con la humildad; la ira con mansedumbre. Y así todos nuestros defectos.
Es el amor que nos hace humildes para reconocer nuestros límites. Y es también el amor que nos hace capaces de cambiar y adquirir virtudes en lugar de vicios.
Quien reconoce sus debilidades se vuelve digno de misericordia ante Dios.
La humildad de reconocer nuestros errores evita que juzguemos a los demás y nos hace experimentar el perdón y el amor recíproco.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento