Evidente. Cuando "damos", aunque sea solo un vaso de agua o una sonrisa, dentro de nosotros se experimenta un sentido de plenitud y contento. Es que nos estamos pareciendo al Sumo Dador, que nos ha dicho: "Dad y se os dará". (Padre Manolo Morales o.s.a.)
“Den, y se les dará” (Lc. 6,38)
Quien da, recibe. La frase de hoy contiene una verdad universal sobre la generosidad y la reciprocidad. Cuando ofrecemos algo de valor, ya sea tiempo, afecto, ayuda o recursos materiales, no sólo enriquecemos la vida de los demás, sino también la nuestra.
Este intercambio no necesita ser directo; A menudo, el retorno llega en formas intangibles, como gratitud, satisfacción personal, nuevas amistades o un sentido más profundo de lo que hacemos.
La vida cobra más sentido cuando compartimos nuestras bendiciones, ya que creamos un ciclo de bondad.
El dar es como plantar semillas en un jardín. Puede que no veas un crecimiento inmediato, pero con el tiempo, las flores florecen transformando el ambiente que las rodea.
Y al final, el acto de dar puede ser la propia recompensa, llenando nuestro corazón de alegría.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento