Porque esa Palabra es la Verdad en persona, el Amor mismo de Dios animando y empujando desde dentro. Oiré palabras más "cómodas" también. Y experimentaré que, apenas sigo alguno de mis egoísmos, se produce el apagón y el sinsentido. (P.M.)
Aprendemos mucho con la reflexión, con la meditación de la Palabra, pero aprendemos también compartiendo la vida; es decir, compartiendo las experiencias hechas después de cada reflexión.
El intercambio de experiencias es una verdadera comunión y ayuda a convertirnos en un solo corazón y una sola alma.
Al compartir con los demás lo que estoy viviendo, les transmito la luz que recibí, o sea, soy luz para los demás.
Cuando las experiencias son puestas en común con la debida humildad, edifican e iluminan a todos, además de dar gloria a Dios.
De hecho, la Palabra vivida se convierte en luz en nuestro camino.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento