Llevamos todos en la conciencia esa voz, como una ley íntima que es bueno obedecer; incluso quien dice no creer en Dios. Si el corazón no se endurece, esa Voz libra nuestra vida del atolondramiento y nos hace auténticos y vigorosos. (P.M.)
Dios nos habla continuamente: a través de hechos, de las personas; a través de su Palabra; por medio de la luz que viene de su presencia entre nosotros.
Dios también nos habla a través de nuestro dolor personal y del dolor del otro que nos desafía a tomar actitudes de justicia para sanar las llagas de la sociedad.
Sí, Dios nos habla siempre. Y Jesús nos advirtió muchas veces: “El que tenga oídos para oír, que oiga”
A veces, para escuchar la voz de Dios, es necesario callarse. Hacer silencio interior, cerrar los oídos a las otras voces que nos alejan de Dios. Cuanto más nos alejamos de Él, menos escuchamos su voz.
Dios no grita, Dios susurra palabras de ternura, incluso cuando nos indica el camino de la verdad y la justicia.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
apoloniocnn@gmail.com