Si "el mundo está enfermo porque no adora", vamos a curarlo y elevarlo juntos adorando. "Por Ti", le decimos a Dios antes de cada acción; volaremos así por encima de nuestras flaquezas; que está en el cielo nuestra vocación. (P.M.)
El tiempo de Dios puede no coincidir con el nuestro. No podemos determinar cuándo queremos recibir sus favores y gracias.
También puede suceder que lo que pedimos no sea el bien que Dios quiere para nosotros en ese momento.
El poder de la oración es incuestionable, Dios nos escucha cuando oramos siempre, sin desistir nunca.
Nuestra oración puede ser constante y no solo en momentos de extrema necesidad.
Puede ser un momento de agradecimiento, de meditación de la Palabra, de adoración y alabanza; un momento de comunión con los hermanos y hermanas, una celebración sacramental; incluso nuestro trabajo puede ser una oración; y finalmente, también puede ser un momento de súplica.
La oración es la concretización de nuestra unión con Dios cuando estamos en su amor. Y puede ser continua: cuando las actividades cotidianas se convierten en momentos de Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento