"Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo", le rezamos desde niños. ¿Y no es su primera voluntad nuestra concordia? Si rezamos unidos, donde estamos, alegraremos y "conquistaremos" el Corazón de Dios, su Espíritu, Su Unidad. (P.M.)
Un solo corazón y una sola alma.
La unidad no es la uniformidad de ideas, es el respeto profundo por la idea del otro, de modo que, a pesar de las diferencias, podamos estar unidos.
El camino de la concordia es el mismo camino del “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”.
El amor mutuo me enseña a vivir la perfecta caridad: cuando perder mi propia idea es la superación del “yo” para llegar al “nosotros”; cuando el otro está en mí y el yo en el otro; cuando la reciprocidad en el amor atrae la presencia de Jesús entre nosotros, dando la gracia de la perfecta unidad.
Eligiendo el camino de la concordia, entendemos mejor las palabras del Evangelio.
“También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos”. (Mt. 18, 19-20)
Con esta fe, pedimos insistentemente al Padre la gracia de la unidad.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
apoloniocnn@gmail.com