Que nuestro corazón amigo, benevolente, combata así la envidia, ese pecado que cuesta tanto reconocer, y que, por mucho que nos avergüence, está latente en la condición humana. Es vicio diabólico que "nos arma unos contra otros". (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Sin embargo, este deseo debe traducirse en hechos y palabras, de lo contrario se convierte en una omisión. También debemos tener el cuidado de no repetir palabras bonitas como el deseo de un buen día, de felicidad, de éxito, por mera formalidad y vacías de significado.
Las palabras deben expresar un deseo sincero de que el otro sea realmente feliz.
Cuál es la mayor felicidad que podemos desear al prójimo? Que él sea la realización del plan de amor que Dios tiene para él. Y debemos estar dispuestos a ayudarlo a recorrer ese camino. Por eso nuestro “desear la felicidad del otro” debe ser amor, verdad, justicia y perdón.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento