Es natural que esperemos gratitud y recompensa a nuestros favores y desvelos. Pero olvidamos que la misma generosidad es ya nuestra recompensa. Cuanto más gratuito es el don, más el corazón "se ensancha" a la medida del Corazón de Dios. (Padre Manolo Moreales o.s.a.)
Puede suceder que estemos viviendo en abundancia y, por una permisión de Dios, perdemos todo, o casi todo.
Podemos aprender de Job, que vivía en la riqueza y perdió todo, pero en ningún momento maldice su condición. Al contrario, él decía: “Yavé me lo dio, Yavé me lo ha quitado, ¡que su nombre sea bendito!” (Cf. Jo. 1,21)
Ser generoso en “perder” es compartir todos nuestros bienes con el prójimo en necesidad; es desapegarnos de todo para vivir en comunión con todos.
Podemos ser generosos en aceptar los planes de Dios, para ser ricos sólo de Dios, para ser ricos sólo de su amor y podremos dar sin medidas.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento