¡Qué incómoda y difícil resulta la convivencia cuando penetra el virus de la soberbia, y qué bien se está al lado de la persona humilde! Dios, lavando los pies de sus discípulos, nos enseñó a ser servidores, nunca "señores". (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Cuando hacemos las cosas por amor, con la intención de servir al prójimo, incluso cuando se trata de transmitir conocimientos especializados, sigamos viviendo y testimoniando la humildad, porque quien ama no se envanece.
La ayuda que damos a los necesitados tiene su valor medido según la humildad con que se practica.
De hecho, aunque entregue todos mis bienes para ayudar a los necesitados, y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada sirve. (Cf. 1Cor 13,3)
El verdadero amor nos vuelve humildes.
Abrazos,
Apolonio Carvalho