Nuestra medida de amor con los demás debe ser siempre la misma que tenemos por nosotros mismos, como nos enseña el segundo mandamiento. (Cf. Mc. 12,31)
Cuándo alguien está en necesidad, podemos pensar en cómo nos gustaría que nos ayudaran si estuviéramos en la misma situación. Esta es la forma de ayudar a los demás sugerida por el amor.
Actuando de esta manera, nuestro modo de amar adquiere un nuevo nivel: amamos a todos, tomamos siempre la iniciativa de amar primero, nos “hacemos uno” con el otro en su necesidad, amamos incluso a aquellos que creemos que no merecen nuestro amor, reconocemos la presencia de Jesús en cada uno y promovemos el amor mutuo.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento