Que el amor es más que un sentimiento se demuestra cuando toca sufrir y palpar la propia fragilidad. La perseverancia es el amor sometido a prueba. Y la fe, nuestra Roca, infunde en el corazón luz y fuerza para vivir y actuar. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
De hecho, el símbolo del amor extremo es Jesús crucificado. Él usó palabras fuertes dirigidas a sus discípulos. Hoy también se dirige a nosotros: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.” (Mt. 16,24)
Renunciar a uno mismo significa elegir el amor al hermano como regla de vida, y esto implica un arduo camino de renuncia al egoísmo.
La perseverancia en el amor cuesta, pero es el único camino que lleva a la paz, la armonía y la felicidad. Es una puerta estrecha, pero es la única que nos permite entrar en el paraíso que está dentro de nosotros mismos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento