Indispensable para que el amor circule entre nosotros, y la concordia nos purifique y eduque constantemente. Eso no es empobrecer el corazón, es ensancharlo. Dios es Dios y se hace hombre. ¿Más claro? (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Siempre debo mantener vivo en mi corazón la intención de amar al prójimo, incluso cuando hago algo para mí mismo, como por ejemplo, alimentarme bien, descansar, en fin, estar bien para servir mejor a todos.
Una de las muchas promesas de Jesús está siempre presente en mi vida: “Busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y se les darán también todas esas cosas.” (Mt. 6,33)
Esta es una gran verdad. Cuando hago la voluntad de Dios, cuando vivo para el otro, todo lo que necesito llega providencial y oportunamente.
Vivir para el otro es ser sensible a sus necesidades, es “hacerse uno” con él hasta que el amor se convierta en el vínculo más verdadero entre nosotros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
