Un gesto amable construye y une; un gesto soberbio, destruye y divide. Somos constructores de nuestra propia vivienda, tan grande como el mundo. Pero "si el Amor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles". (Padre Manolo Morales o.s.a.)
En Mateo 10,42 Jesús dice que incluso aquel que ofrece un vaso de agua fresca a alguien, no perderá su recompensa.
El estímulo que nos ha querido dar no es tanto que pensemos hacer el bien para tener recompensa, sino que comprendamos que el más pequeño gesto que hacemos por amor al prójimo tiene un gran valor para Dios.
Con eso entendemos que podemos amar en las pequeñas cosas, en los gestos más sencillos, y poco a poco vamos descubriendo el valor de esos gestos y enriquecer nuestras vidas con innumerables actos de amor.
No tratemos de hacer grandiosos y heroicos actos para tener el reconocimiento de la gente. Seamos héroes anónimos del día a día, pero reconocidos como tales por el mismo Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento