Porque "Dios no permite que seamos tentados por encima de nuestras fuerzas", nuestra fe deberá ser combativa, capaz de quemar y transformar, como granos de incienso, las dificultades en más amor a Dios y a los demás. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Humanamente, nuestra reacción ante el dolor, ante la cruz, es huir o evitarlo.
Sin embargo, no podemos olvidar que la cruz es signo de redención, de paso de la muerte a la resurrección.
Por esta razón, aceptarla y acogerla con determinación no significa elegir el dolor, sino elegir el amor que se presenta en forma de dolor y que revoluciona nuestra forma de ver la vida.
"El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga". (Lucas 9:23)
El dolor es inherente a la vida y no podemos evitarlo. Lo que podemos cambiar es la forma en que aceptamos la cruz. Vale la pena hacerlo con determinación y experimentar la resurrección que está más allá del dolor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento