No quiere Dios -y qué poco construye- la superficialidad en nuestras relaciones. Es poco ser educados y respetuosos mutuamente. Somos hijos del Amor. Y el amor es cuestión de corazón no solo de respeto y buenas maneras. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
El otro quiere encontrar calidez humana, consuelo, comprensión.
Nosotros ya sabemos hasta qué punto podemos amar al otro: como a nosotros mismos.
Nosotros también sabemos hasta cuándo debemos amar al prójimo: hasta el final, que significa siempre.
"Habiendo amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin". (Co. Juan 13:1)
Por lo tanto, no sólo una, dos o algunas veces, sino siempre. Mantener la puerta de nuestro corazón, por así decirlo, abierta de par en par, para acoger al otro.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento