Desgraciadamente hay quien elige la muerte. Si no crudamente la muerte, sí puedo yo elegir una vida mortecina, sin pena ni gloria. Digámoslo claramente. Mi vida en plenitud es Dios: amarlo, escucharle y adherirme a Él. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Elegir la vida significa elegir a Jesús, que es Camino, Verdad y Vida.
Hacer una elección, incluso en nuestra realidad cotidiana, requiere sacrificio y alguna renuncia. La palabra elección ya indica que renunciaremos a algo para tener otra cosa.
El problema es hacer la elección correcta. Para tener discernimiento, para tener la luz, sólo hay un camino: el Camino del amor.
Con esta luz, delante de múltiples opciones, elegimos sólo una: la que, entre todas las cosas, incluso buenas y bellas, es la única Verdadera.
Después de pasar por puertas estrechas, caminos espinosos, con nuestra pesada cruz sobre los hombros, descubrimos que todo valió la pena, que nuestra elección fue seguir a Jesús, la verdadera Vida.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento