Todos, no solo los niños, necesitamos esa virtud. Para crecer y madurar, para aprender, enmendar...Si, atentos y obedientes, vivimos con perfección cada momento, sentiremos que nos guía y educa un "Maestro interior". (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Jesús nos enseñó a vivir con dulzura, a afrontar las situaciones con docilidad.
Cuando actuamos así, tenemos una luz especial que nos guía hacia el bien.
Delante de los problemas, de las dificultades, de la persecución y las incomprensiones, delante de cualquier circunstancia, la docilidad puede ser nuestra identidad. Quedará impreso en los corazones y será un gran testimonio del amor de Dios para todos.
Jesús declaró en Mateo 5,5 que los mansos son felices y que heredarán la tierra.
Los que hacen daño unos a otros acabarán por extinguirse y desaparecer.
Quedarán los mansos, aquellos de temperamento amable y sereno, que piensan sólo en el bien y practican la docilidad en el momento presente.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento