Es un "trabajo" que no termina nunca: identificar en el fondo de la conciencia la voz limpia de Dios, en medio de tantas otras voces que padecemos, perturbadoras, engañosas. Escucharla y seguirla es lo que nos hace libres. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Aunque el libre albedrío nos lleve a tomar decisiones diferentes a la propuesta que Dios tiene para nosotros, llevamos esta llama en nuestro interior, que se reaviva cuando entramos en contacto con el amor traído a la tierra por Jesucristo.
Cuando amamos, descubrimos la presencia del Espíritu de Dios en nuestro corazón, volvemos a escuchar una voz interior que habla en nuestra conciencia y que nos impulsa a hacer el bien.
El hecho de que reconozcamos la presencia de Dios en nosotros nos lleva a reconocer su presencia también en las otras personas. Esto favorece mucho las relaciones, que se vuelven "trinitarias": nos amamos mutuamente y el Espíritu de Dios está dentro de nosotros y en medio nuestro.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento