Que nadie, cualquiera que se nos acerque, nos sorprenda irresueltos, tristones e impreparados para amar. Que podamos decir con Juan de la Cruz: "ni ya tengo otro oficio, que ya solo en amar es mi ejercicio. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Cuando acojo a alguien, ya sea personalmente o por llamada telefónica, trato de recordar la siguiente frase: “El amor no tiene prisa, el amor tiene tiempo”.
Con este pensamiento intento acoger al otro sin demostrar que tengo un tiempo limitado para estar con él.
Acoger a Jesús en la persona del otro. ¿Cómo podría limitar el tiempo a Jesús? ¿Cómo podría mostrarle que tengo prisa? - ¡Nunca!
A Él le doy todo mi tiempo. De hecho, le doy toda mi vida.
Por eso, cuando acoger significa entrega de uno mismo, no se hace con prisas, sino con total disponibilidad de tiempo.
No usemos el reloj para recibir al otro. Usemos el "tiempo": el tiempo del otro, el tiempo necesario, el tiempo del amor concreto.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento