Siempre. Constantemente. Hagamos lo que hagamos. Incluso cuando solo nos es posible rezar u ofrecer lo que sufrimos. El amor no descansa. Es como el latir del corazón, como respirar y vivir. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Podemos actuar a favor del prójimo reconociendo en él, el rostro de Jesús que sufre. Podemos actuar como Simón el Cireneo, que le ayudó a llevar la cruz hasta el Calvario, asumiendo sobre sí el sufrimiento del mismo Cristo.
Ayudar al prójimo a llevar su cruz es el culmen de la solidaridad, el superlativo de la caridad. Es una forma de dar la vida en favor de los amigos. Y no hay amor más grande que ese. (Cf. Jn. 15,13)
No quiero llegar solo delante de Dios. Quiero llegar en compañía de muchos hermanos a quienes ayudé a llevar su propia cruz. Quiero llegar junto con los hermanos que me ayudaron a cargar mi cruz.
Llegar juntos, con el corazón lleno de gratitud, y decirle a Jesús: Gracias por enseñarnos a dar la vida unos por los otros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento