En la raíz de nuestro ser habita la necesidad (tal vez dormida) de reconocer y agradecer a Dios su obra en nosotros y en el universo. ¿Y no depende de esa gratitud explícita el equilibrio y la armonía de nuestro espíritu? (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, en un momento de gran iluminación de su vida, se dio cuenta de la presencia de Dios en todas las cosas y de que cada una de ellas había sido creada en función de las otras. Describió, con veneración y respeto, la relación de amor que existe en toda la Creación.
Cuando nos colocamos con amor, respeto y cuidado frente a la naturaleza, encontramos en ella la presencia de Dios. Y el deseo de alabarle nace espontáneamente en nuestro corazón.
Dios se revela en la magnitud del universo, así como en la sencillez de una flor; en la complejidad del cosmos como en la sencillez de un arco iris; en la grandeza de los mares y en la pequeñez de las gotas de lluvia.
Es decir, Dios está presente en la Creación y podemos alabarlo y bendecirlo.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento