La primera obra buena, cada uno de nosotros, obra de Dios. Él mi Agricultor, yo, planta suya en germen, que debe dar frutos -obras- de amor concreto. Las penillas de la vida, por ejemplo, serán "poda" que me harán crecer y madurar. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Las buenas obras que puedo realizar son las pequeñas cosas del día a día, es la voluntad de Dios cumplida en la vida cotidiana poniendo amor en todo lo que hago.
Cuando realizo lo que Dios pensó para mí, estoy dando Su luz al mundo.
Cuando soy testigo de su amor sin hacer distinciones entre las personas, amando a cada uno como a mí mismo, reconociendo la presencia de Jesús en el prójimo que encuentro en mi camino; Cuando perdono setenta veces siete y siempre tomo la iniciativa de amar primero, estoy siendo sal de la tierra y luz del mundo. (Cf. Mt 5,13-14)
La luz que recibí me llegó a través de la Palabra y del testimonio de otros. Por lo tanto, gratuitamente recibí y gratuitamente debo dar, para que todos reciban la luz de Dios en sus vidas.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento