Es un grave error separar, como independientes entre sí, nuestras ocupaciones cotidianas y sociales de nuestra vida religiosa. Toda nuestra vida es religiosa cuando, ofrecida a Dios cordialmente, la vivimos en relación con Él. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Pablo afirma que quien se une con Dios se hace uno con Él. Ahora bien, si Dios es esencialmente amor, nosotros seremos transformados en amor; y así, todo lo que hagamos, incluso las pequeñas cosas, estarán llenas de amor.
Una mirada, una sonrisa, un buenos días, dar una pequeña ayuda, escuchar, jugar con un niño, visitar a un enfermo, rezar por alguien y mucho más. Son pequeños gestos que, llenos de amor, se convierten en grandes. Por lo tanto, no necesitamos esperar momentos especiales, podemos amar como ama Dios, incluso en las acciones cotidianas.
Es evidente que nunca amaremos de modo igual a Dios. Pero podemos parecernos a Él en el amor, con las debidas proporciones. Y no importa si es poco o mucho, si es un gesto pequeño o grande, porque para Dios siempre será amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento