Dios nos ha unido tan estrechamente a la tierra, que, cuando ella sufre, es como si todos sufriéramos una enfermedad. Se despierta entonces la llamada a cuidar y proteger lo que es de todos: el monte, el parque, la fuente, la calle, el mar... (Padre Manolo Morales o.s.a.).
El mundo que habitamos no nos pertenece solo a nosotros. Es una herencia común, un regalo que hemos recibido y que estamos llamados a preservar responsablemente.Cada gesto, por pequeño que sea, como separar los residuos, ahorrar agua o plantar un árbol, contribuye a construir un hogar común más sano y armonioso.
El cuidado con el ambiente también refleja la armonía interior de quien reconoce que todo está interconectado.
Cuando cuidamos de la naturaleza, también cuidamos de nosotros mismos y de la humanidad como un todo. Es un llamado a la sencillez, al respeto y a la gratitud, porque la creación es una expresión de la belleza y de la generosidad de Dios.
Podemos asumir el compromiso de proteger y regenerar nuestro planeta, recordando que cada acción consciente es una semilla de esperanza.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento