Solo es posible verlo si creo que esa persona está llamada, como yo, a ser hija de Dios; con sus errores, y hasta sus maldades, que tal vez sufro y tendré que combatir con los medios debidos. Pero siempre con odio al pecado, no al pecador. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Dar importancia a los hermanos y las hermanas es reconocer que cada persona tiene un valor único, una historia, una dignidad que merece ser acogida con respeto, cariño y atención.
Vivir en comunión con los demás es un llamado a la fraternidad. Es saber escuchar, compartir, perdonar, tender la mano cuando otros tropiezan, celebrar juntos las victorias y consolar en los dolores.
Al dar importancia a nuestros hermanos y hermanas, dejamos de lado el egoísmo y damos espacio al amor verdadero, aquel que construye puentes, sana heridas y transforma el mundo a partir de pequeñas acciones cotidianas.
Jesús nos enseñó que todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre. Vivir esta fraternidad es hacer visible el Reino de Dios aquí en la tierra.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
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