Aunque parecía no enterado el niño de la presencia silenciosa de su madre, apenas advierte que se ha quedado solo, se asusta y llora. Es lo peor, sentirse solo en el momento de la prueba. Toca recordarnos, entonces, mutuamente que Dios está. Silencioso, pero está. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
No tener miedo significa confiar en que no estamos solos; confiar en que hay un significado mayor, incluso en las dificultades; confiar en que Dios nos cuida con amor de Padre, incluso cuando todo parece incierto.
El miedo puede paralizarnos, hacernos ocultar nuestros talentos, evitar relaciones, hacer que dejemos de luchar por la justicia o dejar de tener sueños justos.
Cuando elegimos la confianza, nos volvemos más abiertos a lo nuevo, más disponibles al servicio y más valientes para amar de verdad.
Jesús nos invita constantemente a no tener miedo. Él mismo enfrentó la cruz con valentía porque confió plenamente en el Padre.
No tener miedo es, en esencia, un acto de fe. Una decisión diaria de creer que el amor es más grande que cualquier amenaza. Y que, con Dios, todo es posible.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento