Cuando ni nosotros mismos conseguimos perdonarnos nuestros propios errores, la compasión infinita de Dios, sin negarlos, sabe transformarlos en lecciones de humildad, y no permite que caigamos en la tristeza y el abatimiento. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
“Incluso los cabellos de ustedes están contados.” (Lc. 12,17)
Muchos pasajes de los Evangelios se habla de la confianza que podemos tener en Dios, que conoce profundamente nuestras necesidades.
Por eso, antes de empezar nuestro día, entreguemos con fe todos nuestros proyectos y preocupaciones en las manos de Dios. Sin embargo, es necesario saber pedir su ayuda: no le pidamos que haga lo que queremos, sino pidamos que nos dé todo lo que necesitamos. Después, podemos arremangarnos y hacer nuestra parte.
La providencia de Dios es más exacta que nuestros proyectos, en ella no hay sobras y no hay carencias.
Confiemos!
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento