Como ha hecho, bajo los escombros del terremoto, la niña de 7 años cubriendo con su brazo la cabeza de su hermanito durante diecisiete horas. No hay paz -ni en el corazón ni en la sociedad- sin cumplir con nuestro primer deber: el amor. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Cuando estamos seguros de que Dios está con nosotros, comenzamos y recomenzamos cuantas veces sea necesario, manteniendo la caridad con todos y entendiendo nuestros propios límites como una ayuda al cumplimiento de la misión.
En cada acción, podemos repetir en nuestro íntimo: “Por ti mi Dios”. Así cumpliremos nuestros deberes con prontitud, convicción y mucha paz en el corazón.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento