A veces cuesta aceptarla cuando no coincide con la nuestra. De hecho, casi sin ser totalmente conscientes, queremos que Dios haga nuestra voluntad. Y, para eso, incluso ofrecemos algunos sacrificios.
Dios no nos pide que hagamos sacrificios extremos, nos pide que nos amemos. Esta es su voluntad para nosotros: ser amor en cada situación; ser amor para cada prójimo que pasa a nuestro lado.
La voluntad de Dios no nos obliga ni tampoco restringe nuestra libertad, al contrario, nos libera del sentimiento más esclavizador que existe: el egoísmo.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento