Es lo que nos hace sociables, respetuosos, sencillos. Mientras la arrogancia crea insociables, aísla y separa. "Mirar desde arriba" al prójimo solo si es para levantarlo del suelo" (Papa Francisco). Aires de superioridad jamás. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Para vivir humildemente es necesario tener una comprensión sublime del amor como servicio; conocer y reconocer nuestros límites delante de Dios y delante de nuestros hermanos y hermanas; entregarnos en las manos de Dios para que Él nos transforme en sus instrumentos y podamos dar testimonio de su poder sobre nuestra debilidad.
Al hablar con Dios en oración, debemos ponernos en la condición de siervos inútiles e infieles y dejar que realice Sus milagros en nosotros, para Su propia gloria.
Cuando somos humildes, Dios muestra su luz a través de nosotros; cuando nos humillamos ante Él, nos levanta y recibiremos sus bienaventuranzas.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento