El amor mutuo es como una planta que debe ser regada todos los días. No se puede dar por supuesto ni el amor ofrecido ni el amor recibido, debe ser nuevo en cada momento.
Tampoco podemos hacer proyectos idealistas para favorecer el amor recíproco.
Debe ser actual y vivido en el momento presente, es la única oportunidad que tenemos para concretarlo.
El amor se mantiene vivo con más amor y debe ser alimentado en el corazón de cada uno de nosotros individualmente con un ardiente deseo de donarse y vivir por los demás. Este deseo actuado y vivido en el momento presente, riega el amor en el corazón del otro que comienza a hacer lo mismo.
Es un juego de amor, es una marca impresa en nuestro ADN desde siempre, pero que fue puesta en evidencia por Jesús.
Es el soplo del alma y por eso es eterno, porque eterna es el alma de quien ama.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento