Primero, por un principio elemental de higiene: una habitación cerrada (nuestro yo) es aire viciado. Y también para acoger esa verdad (el proyecto de Dios) que se esconde en cada prójimo, por detrás de sus defectos y contradicciones. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Abrirse a los otros significa, sobre todo, aceptación: acoger a quien nos busca, acoger los dolores y las alegrías de quien está a nuestro lado en el momento presente.Abrirse también significa acoger a quien es diferente de nosotros, sin hacer ningún tipo de distinción.
Jesús era acusado de acoger a los pecadores y sentarse a la mesa con ellos. ¿Cuál fue su respuesta? Su respuesta fue la parábola de la oveja perdida. El pastor que deja las noventa y nueve ovejas en el desierto y va en busca de aquella que se había perdido. (Cf. Lc. 15,4-6)
Cerrarse puede parecer seguro, pero es en los intercambios donde encontramos sentido y aprendizaje. Abrirse a los demás es, en definitiva, abrirse a la vida, con sus riesgos, sí, pero también con sus infinitas posibilidades de amor, amistad y crecimiento.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento