Chiara Lubich.
Todo el mundo la quiere: la Madre Inmaculada, la Purísima, invita hoy a la humanidad a limpiar el pensamiento y el corazón con el amor puro que viene del cielo. Para mirarnos todos como Ella nos mira, sin dependencias ni superioridades. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Es ver más allá de las apariencias, más allá de los errores, y ver el corazón del otro.
Los ojos puros no juzgan, comprenden; no critican, acogen; no se detienen en las cosas oscuras, sino que buscan la luz que se esconde en cada persona y cada situación.
Tener una mirada pura es poder ver la belleza incluso donde hay dolor, esperanza donde hay desesperación, bondad donde el mundo solo ve fallas.
Jesús dice: “Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios” (Cf. Mt 5,8).
Y quizás “ver a Dios” comienza precisamente cuando dejamos de mirar con la mirada endurecida por el egoísmo y empezamos a ver con los ojos del amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento