Mucha gente no sabe que Dios habla, y que en cada Palabra suya está la Luz y la Vida que todos anhelamos. Si tenemos la gracia de escucharle ¿tendremos el valor de "decírselo" a los demás con la vida? ¿O negaremos el agua al sediento? (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Durante la segunda Guerra Mundial, Chiara Lubich, la fundadora de los focolares, les decía a sus primeras compañeras que debían vivir los Evangelios de tal manera, que si las bombas destruyeran todos los Evangelios escritos, debería ser posible reescribirlos solo mirando cómo vivían ellas.
Cada palabra del Evangelio causa un efecto en nosotros. Y poco a poco, revestidos de la Palabra que es el mismo Jesús, debemos llegar al punto de poder decir: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gl. 2,20)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento