Las del cuerpo social al que pertenecemos, y que los medios muestran cada día, incluso con exceso. Las asumimos con dolor, pero sin desesperanza: mirando al cielo y al Dios que vive y sana en nuestro propio interior. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Cuando amamos tenemos la luz dentro de nosotros, y todas las situaciones por las que pasamos, especialmente en el sufrimiento, las heridas, son iluminadas por esta luz.
Cuando acogemos nuestras heridas, no como desgracias, sino como medios para ayudarnos a la redención del mundo, transmitimos a todos los reflejos de la luz de Dios, que ilumina las tinieblas.
Cuando acogemos nuestras heridas, acogemos al mismo Jesús, que transforma el dolor en amor.
No huyamos de las cruces, de nuestras heridas, sino afrontémoslas con amor y valentía, porque más allá de las llagas del Crucificado está la resurrección.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento