Cuando hay una buena amistad y nos unen ideales y valores altos, ¿qué cosa más lógica que comunicarnos las experiencias, luchas y pruebas y victorias de la propia vida interior? Una vida individualista sabe a muy poco. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Compartir es una acción sencilla, pero requiere desapego de todo.
Al compartir nuestras experiencias, nuestros conocimientos, nuestros bienes e incluso nuestras emociones, fortalecemos los lazos que nos unen, promovemos el bienestar de las personas y el nuestro propio.
Compartir crea comunidad, en el sentido de que fortalece los lazos de fraternidad entre todos.
Compartir bienes materiales satisface las necesidades urgentes y promueve la igualdad entre todos; compartir talentos y conocimientos genera el enriquecimiento intelectual y la promoción humana; el compartir los bienes espirituales produce la santidad colectiva; es decir, el crecimiento espiritual de todos juntos.
Compartir es dar y recibir: cuando tengo, doy; cuando no tengo, recibo. En la vida fraterna, dar tiene el mismo valor que recibir, no hay diferencia entre quien da y quien recibe.
El compartir con generosidad puede ser considerado un sacrificio que le agrada a Dios. (Cf. Hb 13,16)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento