En ocasiones duras advertiremos el abismo insalvable que se abre entre quien sufre y quien no sufre. Una presencia, una mirada, una mano en la mano... y poco más. Pero Dios sí penetra en quien sufre. Y esa compañía nos sostiene. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
La persona que sufre necesita compañía, apoyo, sentirse amada.
La presencia de un amigo o familiar en momentos de dificultad es como un bálsamo que da consuelo y esperanza.
Incluso cuando la presencia es silenciosa, las sensibilidades se tocan: quien sufre sabe que puede contar con el amigo, el amigo tiene la certeza de que estar a su lado es lo más importante, no tanto las palabras.
A menudo no sé qué decir cuando estoy al lado de alguien que sufre, pero sé que mi presencia puede ser un rayo de luz en la oscuridad de su alma.
Ha habido ocasiones en las que fui a visitar a un amigo o familiar que estaba enfermo o que estaba pasando por una situación difícil y lo escuché decir:¡Gracias! Fue bueno de tu parte venir; O bien: sabía que vendrías.
Abrazos,
Nacimiento de Apolonio Carvalho