Cuando la dureza de la vida nos hace duros, y las relaciones se vuelven distantes y superficiales, no vale quejarse, criticar o darse por vencidos. Nuestra cercanía aprenderá a ser discreta, inteligente, respetuosa, gratuita. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Estar cerca de quien pasa a nuestro lado puede transformar simples encuentros en momentos significativos y enriquecedores.
Cada persona lleva consigo una historia única, una perspectiva diferente, y al abrirnos a estas interacciones, ampliamos nuestra visión del mundo y cultivamos vínculos que pueden traernos alegría y aprendizaje.
Vivir conscientemente en los encuentros cotidianos, ya sea con amigos, familiares o incluso desconocidos, nos recuerda la belleza de las relaciones humanas. Compartir una sonrisa, una palabra amable o un gesto gentil puede crear una red de afecto y apoyo mutuo.
Valorar la presencia de quienes encontremos es una invitación a una vida más empática. Después, cada persona que se cruza en nuestro camino puede dejar una huella positiva, si estamos dispuestos a acercarnos y compartir un poco de nosotros mismos.
Abrazos,
Nacimiento de Apolonio Carvalho