Es una exigencia que muchos sentiremos en esta hora oscura de hostilidades permanentes: mostrar, con nuestra vida recta, humildemente, que "el mundo está en manos de Dios y que, no obstante las oscuridades, al final vencerá Él". (Padre Manolo Morales o.s.a.).
La esperanza es contagiosa. Cuando expresamos palabras de aliento y mostramos ejemplos de superación, estamos plantando semillas de optimismo en el corazón de las personas. Se trata de tener el coraje de soñar y la determinación de actuar, incluso delante a los obstáculos.
Compartir esperanza puede ser tan simple como una sonrisa, una palabra amable u ofrecer ayuda a alguien en necesidad. Puede ser a través de gestos más amplios, como campañas comunitarias o iniciativas que promuevan el bienestar social. Lo importante es recordar que cada acto de esperanza crea un impacto que resuena y se multiplica.
En tiempos difíciles, compartir esperanza es un recordatorio de que no estamos solos. Dios está con nosotros. Y juntos podemos superar cualquier adversidad.
Después de todo, es esta chispa de esperanza la que enciende la llama de la resiliencia y nos motiva a seguir luchando por días mejores.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nacimiento