A veces, hablamos de entregar todo en las manos de Dios, con la resignación de quien se enfrenta a lo inevitable. Esta actitud no está mal, sin embargo, es como si no tuviéramos más remedio que aceptar todo pasivamente.
Hoy, propongo entregar a Dios realmente todo: nuestro éxito, nuestra seguridad, todo lo que está bien, todas las facilidades, todo el bienestar, la salud, el buen trabajo que tenemos, la familia unida, los hijos saludables, nuestros proyectos bien realizados. Las grandes y pequeñas cosas; es decir, todo. Sin dejar nada fuera. Finalmente, entregar también nuestros problemas y nuestros dolores.
Cuando nos abandonamos al amor de Dios, encontramos todas las cosas revestidas de su luz.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Unas veces será con luz, otras oscuramente, en pura fe; pero siempre recordando que "hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados" y que "con tan Buen Amigo presente... todo se puede sufrir" (Teresa de Jesús). (P.M.)